viernes, 23 de abril de 2010

Ciervo

Muy extendido por los bosques de casi toda Europa. Durante el verano, la coloración de los machos es pardo rojiza y en el invierno más grisácea y sólo los jóvenes presentan manchas en su pelaje. La hembra es de menor tamaño y está desprovista de cornamenta. Cada año mudan la cornamenta. Machos y hembras viven separados gran parte del año. Las hembras viven en grupos más o menos grandes guiadas por una hembra vieja con su cría. Sólo se reúnen con los machos en la época de celo o berrea, que ocurre en el mes de septiembre. Se alimentan de hierbas, cortezas y hojas de árboles. Al atardecer se reúnen en las praderas y calveros que se abren entre los árboles. Los grandes machos, presos de un gran nerviosismo, van de un lado para otro desafiando al resto de los machos. Los combates entre ellos son frecuentes y el ruido que produce el violento choque de sus cuernas puede oirse desde grandes distancias. Los grupos de hembras fecundadas pasan el invierno juntas a la espera de la primavera y con ella los primeros partos. En este tiempo los machos han vivido recluidos en los más profundo del bosque, renovando una cornamenta y sólo se dejarán ver cuando ya puedan lucir en todo su esplendor sus nuevas astas que nacen recubiertas en su totalidad de una especie de terciopelo y del que se libran restregando frenéticamente los cuernos contra los árboles. En Cantabria son abundantes en la Reserva del Saja, Peña Sagra y Alto Campoo

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