martes, 9 de febrero de 2010

Bolo palma




Historia de los Bolos

No es fácil, ni se ponen de acuerdo los eruditos, encontrar el origen de las modalidades de juego de bolos que se practican en Cantabria. Con mucha imaginación podemos ver a los primitivos hombres del Paleolítico lanzando un proyectil, piedra, contra un objeto vertical, hueso, lo que en principio supondría una forma de entrenamiento para la caza y con el tiempo derivaría en un entretenimiento. Ese sería, repito que con mucha imaginación, el principio del juego de bolos, en una tierra la nuestra que tanta importancia tuvo en aquellas épocas de la Prehistoria. Existen diversas teorías que pretenden justificar el origen de los juegos de bolos, entendidos como objetos verticales derribados con un proyectil, y de los juegos de bolas, aquellos en los que el lanzador pretende aproximar su proyectil a un punto fijado de antemano:

* Unos justifican su origen egipcio basándose en el descubrimiento de una tumba en Naraga (Egipto), en la que aparecieron nueve objetos de alabastro, en forma de vaso, además de cuatro bolas en pórfido blanco y negro y tres cubos de mármol blanco. El enterramiento correspondería a unos 3000 años antes de Cristo.
* En la antigua Grecia, la tierra en donde nacieron las Olimpiadas y en donde se cultivaba el desarrollo del cuerpo, también encontramos muestras que justifiquen un origen helénico. La famosa escultura del Discóbolo de Mirón refleja con exactitud el lanzamiento de un objeto, y en la Odisea, Homero relata que los pretendientes de Penélope entretenían su espera con variados juegos, entre ellos el juego de los bolos, aunque más bien pueda entenderse que se trataba de juegos de bolas.
* Roma es heredera de la cultura griega y de sus costumbres. Los antiguos romanos practicaban un juego que consistía en arrojar bolas que rodaban por el suelo hasta un destino predeterminado (juego de bolas). También hay constancia escrita de que practicaron otros tipos de juegos de bolos. Si los romanos llegaron hasta Cantabria y se establecieron en ella (Portus Blendiun, Juliobriga...), ¿puede entenderse, como teoría, el origen romano de nuestros juegos de bolos?. Otros, por el contrario, piensan que el origen hay que buscarlo en los pueblos celtas que llegaron al norte de la península.
* La caída del Imperio Romano de Occidente por la invasión de los pueblos bárbaros trajo a la península a los visigodos, pueblo que se adaptó con facilidad a las costumbres romanas, haciéndolas suyas aunque aportaron su propia idiosincrasia germánica. Hay constancia escrita de que los visigodos practicaban juegos de bolas y bolos pero no puede decirse que Cantabria fuera una región muy afectada por la cultura visigótica. No faltan quienes lo atribuyen a los musulmanes, teoría que parece la más descartable de todas.
* La teoría más aceptada es la que sitúa el nacimiento de los juegos de bolos (objeto vertical derribado por un proyectil) en los monasterios de la Europa continental (Alemania), en el siglo IV, como parte de un rito religioso. Los campesinos tenían un palo ("Kegel") que utilizaban tanto para defenderse como para realizar un ejercicio físico. La Iglesia personificó el "Kegel" como el Mal y para atraer a los feligreses les invitaba a participar en un juego de "palos" dentro de la iglesia o posiblemente en los claustros. Los que fueran capaces de dar al "Kegel" habrían derribado al ateo y probado que eran hombres temerosos de Dios; si no lo conseguían, se consideraba prueba innegable de culpabilidad y vida pecaminosa, pudiendo remediar esa ofensa intentando una nueva participación hasta conseguir derribar el "Kegel". Posteriormente los monjes utilizaron el juego como una forma de pasar el tiempo libre en la soledad de los monasterios. El paso del tiempo modificó el número de palos con que se jugaba y el proyectil, en principio un canto rodado, pasó a ser de madera.

La entrada en la península de los juegos de bolos, descendientes de los "Kegel" germánicos, se produce a través de los peregrinos a Santiago de Compostela. El Camino de Santiago facilita los intercambios culturales y estos peregrinos, seguramente junto a las posadas y albergues, practican los juegos de bolos. El paso del tiempo irá transformando las normas de juego y aparecerán las distintas modalidades, propias de cada valle o comarca del norte peninsular. Sorprende, no obstante, que en el "Libro de los Juegos", recopilado en tiempos de Alfonso X El Sabio, a fínales del siglo XIII, no aparezca ninguna reseña sobre juegos de bolos. En 1248 se produce la conquista de Sevilla en la que participan barcos cántabros bajo el mando del almirante Bonifaz, rompiendo las cadenas colocadas por los moros y que hoy son parte de nuestro escudo regional. Este hecho, del que ahora se cumplen 750 años, da pie a dos teorías de muy difícil credibilidad: los que dicen que los cántabros llevaron entonces a Sevilla el juego de bolos y lo contrario, que los cántabros los trajeron de allí, atribuyendo el origen de los bolos a los musulmanes.

Bando municipalEn el siglo XVI el juego está extendido por toda Europa aunque en muchos lugares se considera indecente y son prohibidos porque ocasionan pecado, vicio y deshonra. La división de la Iglesia con la Reforma Protestante encabezada por Martín Lutero da pie también a los partidarios o no del juego y son muy curiosas las "Leyes del Juego" de Luis Vives que vienen a poner un poco de orden. Parece demostrado que fue Lutero quien determinó que el número de bolos fuera nueve.

Lo cierto es que el juego se ha venido transmitiendo de generación en generación y que con el paso del tiempo esos juegos han ido evolucionando en los distintos valles y dando lugar a las diferentes modalidades. Cualquier lugar era bueno para jugar a los bolos, incluso en la calle, como lo demuestra el Bando publicado por el Ayuntamiento de Santander en 1627, siendo alcalde D.Santos Villegas. La razón de este Bando hay que entenderla en el contexto de la vida económica de la villa, dedicada por entonces al comercio de lanas y harinas provenientes de Castilla y que se comercializaban a través del puerto. Cabe suponer que el continuo trasiego de carros y carretas cargados de mercancías veían interrumpida su cadenciosa marcha por el juego de bolos que practicaban los vecinos en las calles mal empedradas o simplemente "sorrapeadas" a fuerza de azada.

El Bando, primera referencia escrita de los bolos en Cantabria, decía así: "Que se pregone que ninguna persona sea osada de jugar a los bolos en ninguna calle de la villa so pena de doscientos maravedíes, aplicados por entre tercera parte entre Juez, Villa y denunciante, y que sean castigados con todo rigor". Seguramente los santanderinos siguieron jugando, eso sí, fuera del recinto amurallado que en aquel tiempo tenía la villa de San Andrés, dando lugar a campos de juego que recibieron el nombre de boleras.

Barriendo la calleEn 1722, en la villa de Ampuero, se dicta "que ningún vecino pueda ocuparse en el juego en día de trabajo, ni de día ni de noche, como tampoco en día de fiesta hasta que se haya dicho Misa Mayor..." Y en las Ordenanzas de la Muy Noble Villa de Santillana de 1773 también se pueden leer prohibiciones y limitaciones del juego de bolos.

Pese a esos impedimentos legales, la práctica del juego no disminuyó. En 1792 y 1807 se producen en Puente San Miguel y Quijas, ambos pueblos del Ayuntamiento de Reocin, sendos juicios en los que se ven involucrados las mujeres participantes activas del juego de bolos.

En el siglo XIX los corros se ubicaban generalmente en la plaza del pueblo, muy cerca de la iglesia, cuya campana marcaba el final de la misa y el comienzo del juego. Los desafíos se concertaban a dos juegos y "a los gananciosos" y las dudas planteadas las resolvía el más viejo de los que presenciaban la partida.

Bolera de Los Pinares en 1890El alejamiento de los tiros y el peligro de las bolas lanzadas obliga a delimitar el recinto de juego, bolera o corro, con paredes de piedra que dan lugar a las boleras tradicionales que hoy conservamos en Santillana y Puente San Miguel. En las Ordenanzas de Corvera de Toranzo, en 1891, se puede leer que "Toda plaza destinada al juego público de los bolos estará acotada de manera que las bolas no salgan fuera de su perímetro, con peligro para los que se hallan en sus inmediaciones" (en la foto vertical Bolera de Los Pinares en Santander en 1890).

A finales de siglo estas boleras van a ser sustituidas por otras construidas junto a las tabernas en donde sus dueños ven la posibilidad de negocio, apoyados por los indianos que fueron modificando el tipo de bolo, lo que disgustó a los demás practicantes produciéndose una disminución de la actividad bolística.

El Riñón de la MontañaEl fin de siglo registra importantes aspectos en el desarrollo del juego: - En 1881 el Rey Alfonso XII juega a los bolos en Comillas. - En 1887 aparece en Puente San Miguel el primer reglamento escrito. - En 1890 el Ayuntamiento de Santander convoca un magno acontecimiento bolístico dentro de los festejos veraniegos. - En 1893 llega a Torrelavega el torancés Telesforo Mallavia y sus boleras de La Llama se convierten en la capital bolística de Cantabria. Nacen los primeros concursos por equipos de cuatro, previo pago de una cuota. - En 1896 se construye en Comillas una bolera cubierta, la primera. - Comienzan los desafíos y las apuestas. - En 1899 nace la primera peña bolística, la Sociedad La Amistad, de Torrelavega, nacida con el único fin de jugar a los bolos y huyendo de tener que pagar la "perrachica" a Foro Mallavia.

En 1907, la sociedad El Emboque edita un reglamento que supuso un intento de poner un poco de orden donde no lo había. Al año siguiente, aprovechando las facilidades dadas por la empresa cervecera Cruz Blanca (en la foto posterior), inauguraron la bolera cerrada de El Alcázar, en la calle Floranes, que también hacía las funciones de baile. En 1912 hubo otro intento de reglamentación, esta vez a cargo del escritor costumbrista Adriano García Lomas pero no llegó a cuajar.

Boleras de La Cruz en 1908El juego de los bolos entró en un peligroso letargo solamente salvado por algún que otro desafío entre las cuadrillas de Santander y Torrelavega, principalmente. En 1917 se organiza en la bolerona de Puente San Miguel un desafío con cuatrocientas pesetas en juego que son ganadas por la partida de Vargas. La revancha con los locales no se hace esperar y hasta salen trenes especiales para acudir al evento.

En 1919 el torrelaveguense Fernando Sañudo lanza una campaña de prensa y con la ayuda de personajes como Darío Gutiérrez, Gabino Teira y Telesforo Mallavia, entre otros, ponen en marcha la Federación Bolística Montañesa con sede en Torrelavega. Se organizaron por ayuntamientos y al año siguiente juegan los campeonatos regionales que son ganados por Ico Mallavia y su cuadrilla de Torrelavega. Parece ser que ese mismo resultado se dio al año siguiente, 1921, pero las discrepancias fueron fuertes y todo se vino abajo, desapareciendo la Federación.

Nuevos intentos de reglamentación en 1927 a cargo de la "Cuerda Royalty", grupo de aficionados que se reunían en el café Royalty de Santander, que llegan a organizar la Copa de la Reina en 1929 (Ramón Mallavia y Gándara) y 1930 (Zurdo de Bielva y Zurdo de Mazcuerras). Nuevos problemas de entendimiento y otra vez cada uno a la suyo. Se celebran los célebres concursos de la Feria de Muestras en la Alameda de Oviedo, los campeonatos provinciales de Peñacastillo y los grandes desafíos entre Ico Mallavia y El Zurdo Bielva que van a mantener viva la llama bolística hasta que los cañones apagan el juego.

Salas, Tuto, Gándara y Mallavia en la bolera de la plaza de toros en 1942Acabada la guerra las boleras van recuperando la actividad y surgen nuevos valores, como Cabello y Salas, que dan continuidad al juego (en la foto Salas, Tuto, Gándara y Mallavia en la bolera de la plaza de toros en 1942). En 1941 nace en Madrid, con ayuda de cántabros influyentes residentes en la capital, la Federación Española de Bolos y meses después se crea la Cántabra. Con una cuidada reglamentación se pone en juego el primer Campeonato Provincial (Zurdo de Bielva) y el Nacional (Joaquín Salas). Problemas por la validez del estacazo ponen en peligro todo el trabajo realizado pero finalmente reina la cordura y con mejor o peor entendimiento ambos organismos trabajan por los bolos. La Plaza de Toros de Santander fue escenario singular de los primeros campeonatos oficiales, dando luego paso a la bolera del Frente de Juventudes, en la calle Vargas, escenario de las mejores gestas, incluso nocturnas.

Los años cincuenta marcan la época dorada de un jugador, Ramiro González, que viene a dar un nuevo giro al juego, buscando en el juego "de arreglar" lo que hasta entonces solucionaban los emboques. Su bautismo oficial se lo dio precisamente el mago del emboque, Rogelio González, que en 1948 le ganó en Torrelavega el Campeonato de España al conseguir la escalofriante cifra de 13 emboques en los cinco concursos.

Peña La Carmencita que ganó la primera liga en 1958La Federación Cántabra no tenía domicilio fijo y el secretario, Foro Gómez, llevaba la oficina ambulante con los papeles en el bolsillo por las distintas boleras. Severino Prieto hacía las funciones propias en la comarca de Torrelavega. El nacimiento de la Casa de los Bolos, con Viriato Camus a la cabeza, será clave para el mantenimiento y resurgimiento de nuestro juego. En sus tertulias nació la idea de organizar un torneo de liga como el de fútbol. En 1958 se juega el primer Torneo Diputación. Nacen las peñas y su abundancia hace necesario organizar grupos en otras categorías, por zonas (en la foto Peña La Carmencita que ganó la primera liga en 1958).

Los acontecimientos se suceden sin tregua y todos los pueblos quieren contar con su propio equipo. Van surgiendo las distintas categorías de 2ª Especial y Tercera, llegándose a registrar hasta 200 peñas en 1984. Hoy son aproximadamente 150 las que mantienen actividad.

Otros hechos van colaborando en el resurgir bolístico: la decena Bolística de la Plaza de Pombo en 1966, los Campeonatos de España de 1965 (La Llama) y 66 (Plaza de las Estaciones de Santander); el nacimiento de la Liga de Aficionados o Liga de Bares; la formación de la Peña las Higueras (Salas, Cabello, Ramiro y Escalante) conocida como "La Partidona" y los desafíos por parejas. La actividad es imparable y van construyéndose nuevas boleras, algunas con capacidad para más de dos mil personas, como el estadio "El Verdoso" de La Carmencita, en plena calle Vargas, o la bolera después cubierta de Torrelavega. Llegan las Semanas Bolísticas. Los concursos se multiplican y los premios a los jugadores llegan a hacerse millonarios, como sus fichajes. En 1986 Tete Rodríguez ficha por Construcciones Rotella por un chalet; en el 88 nace el concurso que lleva como primer premio un millón de pesetas y en el año 97, en Ruiloba, el Banco Santander entregó, precisamente a Tete, un primer premio de dos millones.

Tras varios años de falta de entendimientos entre Madrid y Santander, entre la Española y la Cántabra, llega a la presidencia de la Cántabra Fernando Diestro y los Bolos toman un nuevo giro. Se potencian las Escuelas de Bolos de donde comenzarán a surgir nuevos valores; se afianzan las competiciones de Liga, Copa y Circuitos Regionales o Nacionales; se aquilatan los reglamentos; se abre una nueva dimensión a los aspectos culturales de nuestro juego, como la edición de libros y videos o la organización de Jornadas Técnicas, Cursos a Maestros, Día de los Bolos, Fiesta de Campeones, Exposiciones, etc...

Nadie pone en duda que afrontamos el siglo XXI con la tranquilidad de saber que el juego está asegurado por las peñas y por lo muchos jugadores que tenemos. Posiblemente la mayor preocupación radique en el envejecimiento de los aficionados hasta que consigamos involucrar a las generaciones más jóvenes. Esa será tarea para los próximos años... hoy sólo nos queda disfrutar del juego de nuestros campeones.

Chifla de Campoo




Este artículo fue originalmente publicado en la Revista de Folklore, nº154, año 1993.


Chifla de Campoo Pertenece la hermandad de Campoo de Suso a una comarca natural más amplia, a caballo entre Cantabria y Castilla: Campoo, sus ciudades más importantes son Aguilar de Campoo en Palencia y Reinosa en Cantabria, a ambos lados del puerto de Pozazal, histórico e importante acceso de Castilla a la costa (no muy lejos de Aguilar termina, o comienza, el canal de Castilla). Ambas poblaciones fueron durante siglos, parada obligatoria antes de acometer el descenso a los valles más internos o adentrarse en la meseta castellana. Este camino, así como el que conduce hacia Cabezón, era empleado ya por los Romanos. Transformados posteriormente en caminos medievales, en la actualidad, sin variar excesivamente el trazado, son carreteras nacionales y comarcales. No lejos está Juliobriga, importante ciudad campamento romano y muchas son las referencias latinas a importantes núcleos cántabros de la zona. Ermitas y colegiatas surgidas en el Medievo (como la de Cervatos) pueblan Campoo y aún hoy Reinosa y Aguilar conservan restos de viejas construcciones que recuerdan su antiguo abolengo.

El clima de Campoo de Suso es frío y húmedo, típico de la alta montaña (entre 800 - 1200 mts.), algo más suave, quizás, que en otros enclaves de Campoo, debido a la protección de las montañas. Los veranos son cortos y templados, los inviernos largos y fríos, con grandes nevadas que en ocasiones incomunican los distintos pueblos entre sí.

Aunque en los últimos 75 años la economía de la zona se ha basado en las fábricas y talleres de Reinosa, durante siglos la principal actividad fue la ganadería, especialmente vacas y caballos, alguna oveja y el cerdo, que cada familia tenía para consumo propio. El pastoreo era pues la ocupación predominante de la zona, y se alternaba con el cultivo de forrajes, pequeñas huertas, lino y algo de cereal. Debido a la abundancia de animales salvajes (corzos, venados, jabalíes...) la caza, legal o furtiva, fue una actividad muy practicada en la comarca.

En este ambiente, el hombre vive en pleno contacto con la naturaleza, de ella obtiene los materiales y medios para su subsistencia, y para fabricar los objetos necesarios tanto para su trabajo como para su ocio.

Tañendo la chifla Fue en Proaño, un pueblo de Campoo de Suso, durante una visita a la colección de material etnográfico de Luis Angel Moreno, estudioso y profundo conocedor de las costumbres y folklore de la zona, cuando éste y Tomás Macho, maestro y rabelista, me mostraron por primera vez una Chifla, y me hablaron de la existencia de una persona, Tomas García, que en un pueblo cercano, llamado Barrio, las construía y tocaba. Decidimos visitarlo y hablar con él. El Sr. Tomás, como le llamamos, es un hombre afable, de unos setenta y tantos años, el único constructor y tañedor de chifla que queda en Campoo. Realizamos varias entrevistas y en ellas nos explico la forma, los materiales y los procesos que emplea para fabricar el instrumento e interpretó, con un estilo personal varias canciones populares, algunas de las cuales transcribimos mas adelante.

El Sr. Tomás fue, durante mucho tiempo, pastor de Campoo, conoce bien los montes de la comarca y los recursos que de ellos se pueden obtener. La profesión de pastor ha sido un importante medio de transmisión y desarrollo de la cultura popular, muchas de las tradiciones que han llegado hasta nuestros días y en especial en lo referente a cultura material, se lo debemos a este gremio. Y es que la manera de desarrollar su profesión no ha variado sustancialmente desde sus orígenes. Su estrecho contacto con la naturaleza, los largos ratos de inactividad física mientras vigilan el ganado y el profundo conocimiento de los recursos del campo, ha desarrollado en ellos especiales habilidades en trabajos artesanos como talla de madera y cuerno, trabajo en corcho, cestería y, por supuesto, la construcción e interpretación de instrumentos musicales sencillos, gracias a lo cual se han conservado muchos de ellos.

Quisiera que este artículo sea un homenaje al Sr. Tomás y a todos aquellos "últimos tañedores" de instrumentos populares que aun quedan en nuestros pueblos, deseando que encuentren continuidad en nuevas generaciones de instrumentistas y no desaparezcan con ellos, como ya ha sucedido con otros instrumentos tradicionales.



EL INSTRUMENTO

La Chifla de Campoo es, según la clasificación de Curt Sachs para los instrumentos musicales, un aerófono soplado de lengüeta simple. El sonido se produce al incidir el aire sobre una lamina rectangular que entra en vibración provocando ondas acústicas en el interior de un tubo cilíndrico. Acortando o alargando la longitud del tubo, mediante los agujeros practicados en una de sus paredes, se controla la frecuencia de la onda y se consiguen así las diferentes notas. Este mecanismo, es común a una gran cantidad de instrumentos aerófonos. Es su forma, tamaño y material lo que configura el timbre característico de cada uno de ellos. La Chifla de Campoo consta de dos piezas: El cuerpo y la lengüeta.

El cuerpo del instrumento, de madera, es un tubo cilíndrico que se ensancha en sus extremos en forma de tronco de cono, uno de ellos que llamaremos pabellón o campana es algo mayor, al otro lo denominaremos boquilla. Su interior está taladrado longitudinalmente siguiendo la misma forma que en su exterior. La longitud total del instrumento, aunque oscila de unos ejemplares a otros, es de unos 25 cms. En el esquema adjunto se detallan algunas otras medidas de lo que pudiera ser un instrumento tipo, que como en otros instrumentos pastoriles son tan solo aproximativas, pues no existen normas estrictas y cada constructor se adapta a sus propios gustos y medios materiales. Sobre el material del tubo, en la parte cilíndrica, presenta siete agujeros alineados de aproximadamente 0,5 cm. con los que se obtienen las diferentes notas mediante la conveniente digitación. El entorno de cada agujero esta ligeramente rebajado para facilitar el ajuste de los dedos sobre el orificio. La función del pabellón o campana es amplificar el sonido, hay que hacer notar la ausencia de "oídos", es decir los taladros que otros aerófonos mas sofisticados llevan en la campana y que sirven para ajustar la afinación. Es interesante resaltar la importante influencia que esta parte tiene sobre el sonido. Estudios acústicos realizados con varios instrumentos de pabellón muestran que éste produce dos efectos importantes: la amplificación, mediante el fenómeno de resonancia que conlleva un notable aumento de la intensidad del sonido y la depuración, pues atenúa los armónicos indeseables contribuyendo a una mayor brillantez y pureza de aquel. La boquilla por su parte sirve para alojar la lengüeta que se coloca en su interior ajustándose al cilindro interno; así, por ser el elemento más delicado del instrumento, queda protegido contra golpes y otras agresiones a las que pudiera estar sometido. Por otro lado, los labios del músico se apoyan sobre el extremo ancho de la boquilla, evitando tener que introducir la lengüeta en la boca lo que contribuye a su mejor conservación. La existencia de esta boquilla, que como veremos mas adelante es común a muchos instrumentos de lengüeta simple, puede tener relación con la forma de tañer algunos de ellos, que consiste en mantener ininterrumpido el flujo de aire, mediante una difícil técnica de soplado, en la que se utiliza la boquilla (en algunos casos de calabaza o cuerno) como compartimento distribuidor del aire. Este sistema se emplea aún en la alboka vasca y varios instrumentos de la cultura árabe, en otros se ha sustituido por la técnica de "picado" (un golpe de aire por cada nota o grupo de notas) pero se ha conservado el compartimento físico, bien añadido o tallado sobre la misma pieza que el resto, como es nuestro caso.
Chifla de Valdeolea

El Sr. Tomás construye sus chiflas ayudado tan solo de dos cuchillos fabricados con dos viejas navajas de afeitar, sus hojas, de excelente acero y minuciosamente afiladas son diferentes, según su utilidad, una mas larga y delgada y otra mas gruesa y corta. Con ellas talla la madera, la ahueca y la pule cuidadosamente. El taladro longitudinal lo practica con un hierro candente, con el que va quemando poco a poco la madera siguiendo el eje central en toda su longitud, éste proceso es delicado ya que desviarse al hacer el taladro supondría estropear el instrumento. También con un hierro calentado al fuego practica los agujeros para las notas, en numero de siete, aunque, según nos confesó inicialmente eran seis y él añadió el séptimo para ampliar la escala (los aerófonos pastoriles raramente tienen mas de seis agujeros). La experiencia le permite acertar, casi sin medir (a un dedo, dice él), las distancias de los agujeros para producir correctamente cada nota, aunque dada la naturaleza del instrumento, pequeños errores pueden ser subsanados en el momento de tocar modulando la intensidad del aire al soplar.

La madera más empleada, según el Sr. Tomás, era el saúco (Sambucus Migra), aquí llamado sabugo. Este arbusto tiene una médula central muy blanda lo que facilita mucho el taladro, la calidad y dureza de su madera lo hace adecuado para la talla y excelente en cuanto a cualidades acústicas. Sin embargo, hoy es difícil encontrar ramas de saúco cuya medula mantenga la relación

adecuada con el diámetro externo de la madera (piénsese que como mínimo debe ser de 5 cm. y la medula máximo de 0,7 cm.), por lo que se emplean también otras maderas como el fresno o el haya, que aunque son más difíciles de trabajar dan buenos resultados. El Sr. Tomás recuerda que una de sus mejoras Chiflas la hizo de sabugo, en su juventud, estando en el puerto de pastoreo y que "se oía a kilómetros de distancia".

La lengüeta, el órgano sonoro del instrumento, es un pequeño cilindro de madera, de unos 3-4 cm. de longitud, ahuecado longitudinalmente, con uno de sus extremos tapado y separado parcialmente una lámina rectangular de uno de sus laterales; al soplar a través de ella la lámina vibra produciendo el sonido. Se fabrica siempre de saúco, pues para ello, aún es fácil encontrar ramas adecuadas. Es el elemento más delicado del instrumento y su fabricación la más difícil. El Sr. Tomás, corta la rama y con sus cuchillos la va rebajando hasta el diámetro adecuado, la pule y mediante una fina varilla de madera ahueca y limpia su interior. De esa misma varilla corta un pedazo y fabrica un taponcito con el que cierra uno de los extremos del pequeño tubo. A continuación elige la superficie adecuada y mediante una incisión perpendicular seguida de otra más larga longitudinal separa parcialmente una lamina de madera que tras ser rebajada y pulida convenientemente forma el órgano vibrante. La construcción de estas lengüetas y su adaptación a cada instrumento es una operación trabajosa que requiere habilidad, practica y experiencia, de ella depende la calidad del sonido de la Chifla. El Sr. Tomás lo hace con una maestría absoluta y no ceja en retocarlas y pulirlas hasta que no consigue el mejor sonido en calidad e intensidad. Para ello, en ocasiones debe desechar varias y estropear algunas, pero el resultado es asombroso y abismal la diferencia entre una buena y una mala lengüeta, que por otro lado es de vida limitada, debe conservarse en agua, y al cabo de un tiempo de uso se deteriora y ha de ser sustituida por otra nueva. También influye en la calidad y potencia de sonido las propiedades que guarde el instrumento, el tipo de madera empleada y el grado de pulimento interno del tubo y el pabellón. Así por ejemplo, cuanto mayor sea el diámetro del taladro de la chifla mas potencia de sonido tendrá, pero perderá en calidad y brillantez, un taladro demasiado delgado provocará que se "ahogue" frecuentemente perdiendo el sonido, un mayor pulimento interno de la madera, mejora considerablemente la calidad acústica, así como las correctas proporciones del pabellón resonante. El adecuado manejo de estos factores se aprende con la practica y su conocimiento es fundamental para la construcción de buenos instrumentos.



SU MUSICA

La Chifla está afinada en modo Mayor y con una escala diatónica, sin embargo varía considerablemente de unos ejemplares a otros según el tamaño del cuerpo y la hechura de la lengüeta. Cuanto más largo sea el tubo y/o más delgada la lamina vibrante de la lengüeta, la escala será las grave, y más aguda en los casos contrarios. Se puede controlar la altura de la nota que produce la lengüeta aplicando un poco de cera virgen sobre la lamina vibrante; al aumentar su masa la vibración será más lenta y la nota mas grave, si la cera se coloca cerca del extremo libre baja el tono y sube si se coloca cerca de la unión con el tubo de la lengüeta. Idéntico efecto se obtiene raspando con una cuchilla en las proximidades de los extremos de la lamina.



El instrumento que el Sr. Tomás emplea normalmente presenta una escala cuya nota mas baja es Fa, sin embargo ésta solo se emplea como un bajo auxiliar, interpretando las melodías en escala de Sol Mayor, es decir, comenzando por el segundo agujero la escala del instrumento es la siguiente:

El timbre de la Chifla es dulce y algo apagado, podríamos calificarlo de "abocinado", con numerosos matices que dependen de la lengüeta que en ese momento tenga, no hay dos chiflas que suenen igual, ni siquiera lo hace la misma con dos lengüetas semejantes. La intensidad de sonido es de tipo medio, lo que la hace adecuada para tocar en interiores y grupos pequeños al aire libre. Es muy adecuada para ritmos lentos y moderadamente rápidos, pero da problemas cuando se intenta tocar muy rápido pues se ahoga con frecuencia.



Para tocar la Chifla, el Sr. Tomás se apoya la boquilla del instrumento en los labios y sujeta el pabellón con el dedo meñique de la mano derecha, con los dedos corazón medio e índice de la misma mano digita en los tres agujeros inferiores, para los otros cuatro utiliza el meñique, corazón, medio e índice de la mano izquierda, empleando los pulgares para sujetar el instrumento por la superficie inferior.

Con la Chifla puede interpretarse un amplio repertorio que abarca todo tipo de canciones populares, música bailable y romances, El Sr.Tomás ejecuta un buen numero de ellas. Adorna profusamente las melodías básicas con muchas "florituras" y variaciones que configuran el estilo propio del instrumento y el instrumentista. A continuación transcribimos algunas de las canciones que tocó, conservando los arreglos que él mismo hacía sobre la marcha.

ENTORNO SOCIAL

La Chifla de Campoo es un típico instrumento pastoril en los que el constructor y tañedor son normalmente la misma persona; no suelen tener conocimientos musicales y lo hacen por diversion y esparcimiento personal, aunque en ocasiones participan animando pequeñas fiestas familiares o actuando en fiestas populares y romerías, ya sea voluntariamente o por alguna compensación (generalmente la comida y/o la bebida). Normalmente, el aprendizaje de las técnicas de interpretación y construcción se lleva a cabo por vía oral, es decir viendo y escuchando a otros músicos, que transmitan unas pautas para que el aprendiz desarrolle individualmente su habilidad.

Así nos lo confirma Tomás, él aprendió de su hermano, éste incluso le construyó su primera chifla. A partir de ahí él mismo fue practicando hasta dominar el instrumento. La tocaba en el monte cuando estaba con el ganado y en bailes que organizaban, en ocasiones junto a otros instrumentistas locales (panderetas y otras Chiflas).

Cuando abandonó el pastoreo para trabajar en la industria dejo a un lado la chifla durante mucho tiempo. Tras su jubilación volvió a retomar el instrumento comprobando que no había perdido sus habilidades. Gracias a ello aún hemos podido ver y oír a la Chifla de Campoo que de otra manera se hubiera perdido para siempre.

Campoo es una comarca muy rica en tradiciones y especialmente en folklore musical. Aún se conservan, con cierta profusión otros instrumentos pastoriles. Así el rabel o la pandereta, han tenido y aún tienen muchos y muy buenos intérpretes en la zona; ello es debido, en parte, a la especial sensibilidad de los campurrianos por mantener y potenciar sus costumbres y tradiciones, organizando, incluso certámenes y premios anuales para instrumentos tradicionales. La Chifla no ha tenido tanta suerte, aunque por lo que el Sr. Tomás nos cuenta, ya cuando él aprendió estaba en franco declive, pues, además de su hermano que dejo de tocarla, no ha podido darnos referencia más que de otro instrumentista de un pueblo cercano, con el que en ocasiones se juntaba para tocar a dúo y del que perdió la pista hace mucho tiempo. Por nuestra parte no hemos podido encontrar mas referencias en toda la comarca, tan solo nos hablaron de una persona en Cabuérniga, valle más interior, que tocaba un instrumento semejante, poro no nos han podido precisar más ni hemos podido localizarlo, ni siquiera sabemos si se trataba de una chifla u otro instrumento parecido.