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sábado, 20 de febrero de 2010
Bolo Pasiego
El bolo pasiego es una de las cuatro modalidades del juego de bolos que se practica en Cantabria: bolo palma, pasabolo tablón, pasabolo losa y el propio bolo pasiego. Como su propio nombre indica, hablar del bolo pasiego conlleva inequívocamente a hablar de las villas pasiegas y sus gentes. Su ubicación geográfica se encuentra principalmente en La Vega de Pas, San Pedro del Romeral y algunos municipios del ayuntamiento de Luena. Su origen se pierde en el transcurrir de los años, siendo los detalles del mismo, así como los de su evolución, tan poco conocidos y fiables como la de los propios pasiegos, si bien se le supone varios siglos de existencia. De hecho, es considerado por algunos historiadores como el más antiguo de los juegos de bolos de la región, pudiendo incluso ser el ancestro del resto de las modalidades. También se le atribuye un posible origen común con el bolo tres tablones burgalés, estando constatadas las relaciones entre practicantes de ambas modalidades debido a la proximidad geográfica.
A diferencia del resto de las modalidades del juego de bolos que se practican en Cantabria, el bolo pasiego ha sufrido muy pocas variaciones en la forma de desarrollo del juego, propiciado en gran medida por el propio aislamiento de los pasiegos derivado de su estilo de vida y la holografía del terreno en el que habitan. Hasta ahora sin ningún tipo de reglamento oficial más que el que se transmitía de forma natural de generación en generación, el bolo pasiego es básicamente eso, un juego, más allá de competiciones. Su práctica es eminentemente lúdica, y se realiza actualmente en los meses de verano en fines de semana y días festivos, mientras que antiguamente se desarrollaba siempre que se tenía la ocasión. En algunas de estas fiestas se desarrolla un concurso individual, congregándose gran cantidad de aspirantes al título de mejor jugador de bolos, título muy reverenciado. En ocasiones se añade al propio atractivo de una partida el aliciente de una apuesta. Si bien esta práctica está actualmente en desuso, era cosa corriente hace no muchos años, y son numerosas las historias de apuestas importantísimas a partidas de bolos.
El juego del bolo pasiego es practicado casi exclusivamente por los varones, y es también practicado por los niños, siempre que la bolera está libre de los mayores, siendo un ritual de aceptación social cuando un joven comienza a jugar con los adultos y se le tiene en cuenta a la hora de formar partidas. Los grandes jugadores son muy respetados, siendo casi siempre los últimos del equipo en tirar cayendo así toda la responsabilidad sobre ellos. Son los "bueyes viejos que sacan el carro adelante". Las grandes hazañas de partidas pasadas son recordadas con asiduidad, así como los casos de falta de puntería más inverosímiles. Frases como "bolos son diablos" son expresiones del pensamiento de que jugando a los bolos cualquier cosa puede ocurrir.
Traineras
Remo
Las Traineras es un deporte perteneciente a el remo en banco fijo que se practica en toda la costa norte proveniente de la pesca y del remolque de grandes barcos (cuando no existían los remolcadores mecánicos). En Santander las "regatas" se celebran desde 1856.
Las traineras no eran embarcaciones ligeras y veloces como las que se utilizan hoy en las competiciones. Era una embarcación tosca y pesada, pero muy útil en las largas y pesadas jornadas de pesca. Sin embargo, estos pescadores, supieron convertir su trabajo en un espectáculo, en una tradición que persiste en nuestra cultura: las regatas. Estos remeros transmitían su pasión y oficio a sus hijos, generación tras generación.
Las tripulaciones están compuestas por trece remeros, divididos en seis bancadas de dos y uno en la proa al que se denomina proel. Además de los remeros, las embarcaciones están conducidas por el patrón, que es el que ejerce las tareas del timonel y marca el ritmo de las paladas. Son embarcaciones de banco fijo que pesan poco más de doscientos kilos.
Se celebran durante el verano y cada pueblo organiza una de ellas. Inumerables personas se agolpan en los lugares en los que se celebran para animar a sus embarcaciones, ya que es la rivalidad entre los distintos pueblos la que provoca que haya un gran colorido y emoción. Prácticamente cada uno de los pueblos de la costa tiene un club de remo que se distingue con un color característico. Se celebran unas veces en las aguas "tranquilas de las bahías" y otras veces en mar abierto. Pueden darse varias vueltas entre boyas (a la maniobra de giro se le llama "ciaboga" y al tramo "largo") o contrarreloj y en mar abierto se suele hacer con un único largo.
A las competiciones se les llama banderas y todos los pueblos que tienen un equipo de traineras normalmente tienen la suya, incluso varias. En Santander, actualmente hay varias banderas, las más importantes son: la bandera Sotileza (desde Faro Mayor al palacete), la bandera Caja Cantabria (de la misma forma que la anterior) y la del Banco de Santander, además del campeonato regional (en la bahía) y la bandera de la Bahía de Santander. En cada bandera se suelen cruzar apuestas lo que hace aún mayor el interés en ellas.
La regata cumbre de toda la temporada se celebra en San Sebastián. La Bandera de La Concha es la máxima aspiración para cada uno de los clubs que compiten en las aguas del cantábrico, ya que sólo las ocho mejores embarcaciones pueden aspirar a llevarse este trofeo. Vencer en esta regata es el mayor premio al que una embarcación puede aspirar.
Los equipos de Cantabria son:
Santander
Castro
Astillero
Pedreña
Camargo
La Maruca
Pontejos
Colindres-Laredo
Santoña
Suances
El remo en banco móvil está verdaderamente promocionado como deporte. No ocurre igual con el remo en banco fijo, aunque los motivos de tal desigualdad lo lleva su propia historia y su estructura. A su vez, esta historia y estructura están marcadas por la funcionalidad de las dos modalidades. Mientras que el remo en banco móvil se instauraba a finales del siglo XVIII y principio del XIX, y se institucionalizaba su práctica como "amateurs" en las universidades, el remo en banco fijo se mantenía como una práctica portuaria en embarcaciones que tenian la finalidad de "remolcadores" de buques, o para llegar con mayor rapidez a la lonja para la venta del pescado. Sólo este breve comentario, ya nos hace ver la diferencia que va ha condicionar el desarrollo posterior de cada una de las modalidades. El remo en banco móvil tomaba el camino de convertirse en todo un deporte que entraría a formar parte de los Juegos Olímpicos de 1900 en París –ya presentado en 1896, teniendo que ser suspendidas las pruebas–. Así crecerá y se difundirá no sólo la práctica de esta modalidad sino, además la estandarización de las embarcaciones, los materiales y características de los botes y, toda una reglamentación al respecto. Regresar al banco fijo es observar el reverso de la moneda. Su práctica local siempre ha tenido sus pormenores, pero se ha mantenido por la fuerza de la tradición. Esto mismo, es motivo de que existan tantos tipos de embarcaciones, cada cual aferrado a su localidad natal. Esta diversidad se da incluso en regiones muy cercanas entre sí. En España mismo, podemos encontrar varios tipos de embarcaciones de remo en banco fijo: traineras, trainerillas y bateles en la cornisa cantábrica; el falucho en la Comunidad Valenciana y el Lagut en Catalunya.
Todas las embarcaciones de banco fijo son más bien toscas en su estructura, grandes y de peso considerable. Su envergadura da capacidad a un buen número de remeros (13 en la trainera, 8 en el Falucho ó 6 en el Lagüt). Es esta capacidad la que proporciona a estas embarcaciones una necesaria visión de conjunto, de equipo, y proporciona a la vez cierto aire majestuoso, de primitivo, de fuerza y poder. Todo el conjunto actuando a una sola vez, coordinando todo el esfuerzo en una perfecta realización de los movimientos. Todos los remeros perfectamente alineados entrando el remo a la vez en el agua, lanzando el bote que se desliza por las aguas. El considerable esfuerzo de mover embarcaciones tan pesadas (el Falucho pesa alrededor de 400 kilos) se ve apoyado por el compañerismo, codo a codo, de todos los remeros y su perfecta coordinación.
* Las trainerillas son traineras embarcación de poco calado, larga y estrecha y muy afilada de proa y popa, utilizada en la costa norte de España para la pesca de la sardina y la merluza.
* Los bateles son botes de pesca de dos proas y tres remos (uno usado como espadilla), propio de las costas del norte.
San Vicente de la Barquera
San Vicente de la Barquera, visita al Medievo
05-11-2009 | Miriam Callejo
sin comentarios
San Vicente de la Barquera, localidad costera, era lugar de parada obligada en el trayecto hacia Asturias y lugar de tránsito obligado hasta hace algunos años, para llegar a la región vecina. Una costumbre de este largo viaje, sobre todo para los niños, era cruzar el Puente de la Maza –construido en el siglo XV-, por el que se llega a la localidad, conteniendo la respiración.
San Vicente de la Barquera, habitada casi de continuo desde la Prehistoria, está vinculada estrechamente a la mitología regional cántabra, pues es el hogar del Cuelebre; enorme dragón que habitaba en los acantilados próximos y que devoraba doncellas a cambio de dejar intactos a los vecinos. Durante siglos fue un importante puerto de mar, formando parte de la Hermandad de las Cuatro Villas de la Costa del Mar junto con Santander, Laredo y Castro Urdiales.
En un entorno de contrastes geográficos, en San Vicente se pasa de marismas a montes y montañas en apenas 30 kilómetros, lo que hace la panorámica de la villa sencillamente espectacular. En esta vista general destaca sobremanera el Castillo del Rey, construido durante la Alta Edad Media, fruto de la época dorada bajo el reinado de Alfonso VII, y que preside sobre un promontorio el resto de las edificaciones.
Aunque en Cantabria no abunden los edificios góticos, los pocos que nos han llegados son espectaculares. La muestra de ello es Santa María de los Ángeles, la iglesia principal, de grandes dimensiones, y que constituye la otra seña de identidad de San Vicente, además de lugar de visita para quienes se encuentren realizando el Camino de Santiago por el Camino del Norte.
La visita a San Vicente no está completa si no se acude la Puebla Vieja, los restos de la antigua villa medieval, rodeados aún por partes de la muralla, que contrasta con los edificios de construcción más reciente que la rodea, y donde aún se erigen orgullosos algunos palacetes de la antigua nobleza barquereña.
El segundo domingo posterior a la Semana Santa tiene lugar La Folía. La Virgen de la Barquera sale en procesión desde la iglesia, amenizada con danzas, hasta el puerto para luego dar un paseo por mar en los barcos de los pescadores.
- Información práctica:
*El interior de la Iglesia de Santa María de los Ángeles es visitable de forma gratuita. Durante los meses de verano a diario, el resto del año los fines de semana y durante Semana Santa.
* El Castillo del Rey es visitable de forma gratuita durante el verano.
Cocido Lebaniego
Cocido
Las regiones del norte de España son conocidas por el frío que hace en invierno. Si pensáis en cómo sería vivir en las montañas de Cantabria hace un par de siglos sin calefacción en pleno invierno imaginaréis que entre las bajas temperaturas y la permanente sensación de humedad resultaba tremendamente difícil que los cuerpos de los cántabros entraran en calor.
Si además se dedicaban a la agricultura o la ganadería precisaban de fuerzas para poder desempeñar el duro trabajo diario. Así, ¿cuál pensáis que era la forma en la que poder hacer frente tanto al frío como al desempeño de sus labores? Pues mediante la comida, que cuantos más hidratos llevase mejor les venía. De ahí es de donde proviene uno de los platos más típicos de la comida cántabra: el cocido montañés.
Como su propio nombre indica era el que comían los montañeses y les daba numerosas fuerzas. Para muestra, atención a los ingredientes necesarios para realizar esta receta: alubias blancas, berza o repollo picado, patatas troceadas y toda una variedad de productos cárnicos como son tocino, chorizo, morcilla, costilla de cerdo o, incluso, oreja de cerdo. Este plato es similar a la fabada asturiana aunque, en realidad, la receta de la región vecina contiene aún más calorías.
Algo en lo que las dos recetas coinciden es en que deben prepararse con anterioridad. La víspera deben ponerse las alubias a remojo y será el primero de los productos en ponerse al fuego que, poco a poco, va acompañándose de las verduras y, después, los diversos productos cárnicos en función del grado de cocción que precise cada uno de ellos. Si os habéis quedado con hambre, cosa que dudo podéis completar el menú con algún típico postre cántabro, como son las corbatas de Unquera.
El otro cocido más importante de cuantos se pueden degustar en Cantabria es el lebaniego, que recibe su nombre de Liébana, de donde es originario. La diferencia entre unos y otros es, básicamente, las legumbres que sirven como producto principal. En el caso de el cocido lebaniego son los garbanzos. El resto de ingredientes son los mismos que para el cocido montañés, aunque pueden añadirse también unos fideos, como ocurre con el cocido madrileño.
En este caso la elaboración es diferente, ya que se empieza por cocinar primero los productos cárnicos y, una vez empiecen a cocer se añade al puchero los garbanzos, que habrán estado a remojo durante la noche anterior. A la hora de llevarlo a la mesa hay diferentes formas de presentación: todo junto o en dos platos, incluso tres, diferentes. Hay quienes acompañan el plato con unos picatostes en los que el pan se remoja en leche y se reboza con huevo, ajo y perejil.
Disfrutar del buen pescado en la costa cantabra
22-12-2009 | Noelia Rodriguez
sin comentarios
pescado
Con la llegada del frío algunos empezamos a acordarnos del verano, de los rayitos del sol y de las buenas temperaturas. Dejando la mente volar en estos pensamientos uno recuerda la costa cántabra y entre el ruido de las olas y el olor a salitre de la playa se viene a la cabeza otro elemento propio del litoral de la región: las parrillada de pescado. ¿A que ya he conseguido que se os haga la boca agua? Pues ahora vienen lo bueno: no hace falta que estemos en verano para disfrutar de las delicias marinas de Cantabria. Podéis hacerlo en cualquier época del año, incluso en verano.
Y no creáis que las posibilidades son pocas. La franja costera de Cantabria abarca cerca de 150 kilómetros de recorrido por espacios naturales privilegiados, salpicados de playas, montañas y valles. Esto traducido en restaurantes significa un sinfín de posibilidades, miles, vamos.
Y es que claro os podéis encontrar con buen pescado y marisco en toda Cantabria, pero si lo consumís a la vera del mar, como que parece que sabe mejor. Y eso que estos productos constituyen sólo una parte de la rica gastronomía cántabra.
Las villas marineras de la región suponen una parada obligatoria para quienes quieran degustar lo mejor que ofrece el mar Cantábrico. Sea cual sea en la que os paréis disfrutaréis de una gran comida, pero por si os sirve de ayuda, vamos a ofreceros un itinerario gastronómico. Así, resulta de paso obligado Castro Urdiales, localidad conocida por el besugo, pero también los caracoles de tierra. Su cercanía y relación con el País Vasco hace que hayan cogido una de sus tradiciones más suculentas: sus barras de bar repletas de pinchos.
Laredo tiene mucho que ofrecer al visitante, empezando por el peculiar modo en que prepararan el bonito o por la gran cantidad de concursos gastronómicos que celebran, aunque suelen centrarse en la temporada de verano. Y a nadie se le puede olvidar Santoña, conocida en todo el mundo por sus conservas de anchoa y bonito.
Si vais a La Isla se recomienda degustar una langosta o un bogavante a la plancha, este último conocido en la zona con el nombre de ollocántaro. En Pedreña son reconocidas sus almejas y en San Vicente de la Barquera el sorropotún, una variante de la marmita, y las ostras. En lugares como Noja, Ajo, Loredo, Somo, Mogro, Suances y Comillas es posible disfrutar en verano de las parrillas al aire libre, donde degustar los autóctonos bonito, bocarte y sardina.
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