La Cueva de la Mora se encuentra en la parte noroeste de la Peña de la Ventosa (Cillorigo de Liébana). Su primera exploración (con toda seguridad los pastores, tanto de Lebeña como de Cobeña, la conocieron mucho antes) tiene lugar en los últimos años del siglo XIX cuando la visitan unos jóvenes de Lebeña y Potes hallando restos prehistóricos del periodo neolítico (más de 5.000 años a.d.C.).
En ésta primera inspección se encontraron algunas herramientas de piedra así como fósiles, lo que trajo consigo la curiosidad de las gentes que organizaron más exploraciones, localizando también huesos humanos fosilizados y varios huesos y restos de osos.
Fueron tan espectaculares los hallazgos que el Diario La Atalaya de Santander de fecha 28 de Agosto de 1895 dice: "Es indudable que en la Cueva de la Reina Mora no ha servido de habitación al hombre, pues no se encuentran instrumentos, ni restos de alimentos, ni señales de fuego que lo indique; sin embargo, en uno de los recintos hallaron un esqueleto humano cuyos huesos se deshacen al tocarlos. Lo hallaron tendido de forma natural en la superficie, paralelo a la pared, por lo que creyeron que hubo conocimiento al colocarle. No encontraron más restos humanos, pero sí de osos y de otros animales a los que les faltaban los cráneos....."
La Cueva abriga varias galerías, la mayoría más o menos horizontales y otras tipo chimenea en las que se necesita la ayuda de cuerdas para tener acceso a ellas; para personas no expertas solamente se debe visitar la galería inferior que es la más accesible.
La cueva es de techo alto, con estalactitas y estalagmitas de formas caprichosas, destacando una cuyo perfil se asemeja a una mujer hecha naturaleza y que da el nombre a la Cueva.
Las dimensiones son bastantes dispares, dependiendo de la galería que se quiera explorar, teniendo la mayor unos 200 metros de larga; la altura, en general, es considerable y su anchura es desigual, ya que hay sitios donde se franquean estrechas gateras.
Debe su nombre a una leyenda que sitúa dentro de la Cueva a una hermosísima Reina Mora, convertida en estalagmita, víctima de un cruel encantamiento. Fue convertida para siempre en estatua de piedra sobre la que resbalan sus lágrimas. A la media noche recobra su aspecto natural y recorre las salas subterráneas entre suspiros y sollozos, llamando a aquellos compañeros muertos en la batalla de Covadonga y a los que huyendo de la derrota hallaron su sepulcro en esta sima.
Otros dicen que esta Reina Mora guarda en realidad un gran tesoro de valor incalculable, que las huestes de su pueblo moro hubieron de abandonar al huir hace ya siglos.
Otros dicen que esta Reina Mora guarda en realidad un gran tesoro de valor incalculable, que las huestes de su pueblo moro hubieron de abandonar al huir hace ya siglos.
Es una pena que la mano del hombre se deje sentir dentro de la Cueva. Estalactitas y estalagmitas se pueden ver pintadas, y lo que es peor rotas. Estoy convencido que si la Cueva estuviera junto a la carretera…. ya ni existiría. Lo que tardó miles y miles de años en moldearse y forjarse, en un segundo, con un simple golpe se viene todo abajo.
Respetar las formaciones, incluye no romperlas; cada centímetro cúbico de estalactita o estalagmita, le lleva a la naturaleza aproximadamente 50 años; el romperlas o dañarlas significa una perdida irreparable e irreversible.
Es una lástima, solo se pide un poco de sentido común.
Es una lástima, solo se pide un poco de sentido común.
(Fuentes:José Antonio Fombellida y Asociación Deportiva Pico Tres Mares)